sábado, 15 de enero de 2011

Energía y macronutrientes


     La energía se necesita fundamentalmente para mantener la vida en su continua renovación de estructuras corporales y para costear la actividad física. Hay que distinguir claramente dos aspectos: las llamadas "necesidades energéticas basales", que incluyen la energía necesaria para mantener las funciones vitales del organismo, pues aun en el individuo que está durmiendo se mantienen una serie de actividades que requieren energía (corazón, circulación sanguínea, respiración, digestión, etc.). A estas necesidades basales hay que añadir las que requiere el tipo de actividad física realizada y que son, fundamentalmente, las que marcan las principales diferencias entre individuos: un leñador necesita ingerir mayor cantidad de energía que una persona que tenga un trabajo sedentario.


     La energía es suministrada al organismo por los alimentos que se ingieren y se obtiene de la oxidación de los hidratos de carbono, grasas, proteínas y alcohol, denominándose valor energético o calórico de un alimento a la cantidad de energía que se origina cuando es totalmente oxidado o metalibolizado. El valor energético de un alimento se expresa normalmente en kilocalorías (kcal).


     En términos de kilocalorías, la oxidación de los alimentos en el organismo tiene como valor medio el siguiente rendimiento:


     - 1 g de grasa, 9 kcal.
     - 1 g de proteína, 4 kcal.
     - 1 g de hidratos de carbono, 4 kcal.
     - 1 g de alcohol, 7 kcal.




Proteínas


     Las proteínas son el constituyente principal de las células. La proteína dietética puede tener en el organismo diversas funciones, siendo la más importante la de formar y reparar las estructuras corporales.
La proteína también proporciona energía, pero, por razones fisiológicas y económicas, sería absurdo utilizarla para este fin. Se recomienda que la proteína de la dieta aporte aproximadamente entre un 10 y un 15% de la energía total consumida.


     Las proteínas están constituidas por cadenas de aminoácidos, algunos de los cuales, concretamente ocho, no pueden ser sintetizados por el hombre y, por tanto, deben ser aportados por la dieta. Estos aminoácidos reciben el nombre de esenciales.


     La calidad nutricional será mayor cuanto más parecida sea la composición en aminoácidos de la dieta a la de la proteína corporal, y, por tanto, son mejores las proteínas que nos proporcionan los alimentos de origen anirmal (carnes, pescados, huevos, lácteos, etc.).
Cuanto mejor sea la calidad de una proteína, menor será la cantidad de la misma que hace falta ingerir. Esto no debe conducirnos a menospreciar otras proteínas de la dieta, como las de origen vegetal y, concretamente, las de leguminosas, que, además de una cantidad muy alta, tienen una calidad que se aproxima a las de origen animal.




Lípidos




     Los lípidos o grasas se distinguen de los otros dos macronutrientes, hidratos de carbono y proteínas, por su mayor valor calórico. Además tienen otras funciones:


     - Son elementos estructurales o indispensables, pues forman parte de las membranas celulares.
     - Vehiculizan las vitaminas liposolubles (A,D,E y K) y además son necesarios para la absorción de las mismas.
     - Contienen ciertos ácidos grasos que el hombre no puede sintetizar y que, por tanto, son considerados como nutrientes esenciales, siendo entre ellos el más importante el ácido linoleico. Si no se ingiere una pequeña cantidad de estos ácidos grasos esenciales (aproximadamente un 2-3% de la energía total), pueden producirse diversos trastornos, pues tienen un papel esencial en ciertas estructuras, principalmente en el sistema nervioso.
     - La grasa es el agente palatable por excelencia, es decir, contribuye a la palatabilidad de la dieta y, por tanto, a su aceptación.
     - Intervienen en la regulación de la concentración plasmática de lípidos y lipoproteínas.


     Se recomienda que la cantidad de energía procedente de la grasa no supere el 30-35% de la energía total suministrada por la dieta.


     El grado de saturación de los lípidos de la dieta es un aspecto que merece especial atención por su relación con las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.


     Los principales alimentos suministradores de lípidos son los aceites y grasas culinarias, mantequilla, margarina, tocino, carnes grasas, embutidos y frutos secos.




Hidratos de carbono




     Los hidratos de carbono, glúcidos o azúcares tienen como función primordial aportar energía, aunque con un rendimiento 2,5 veces menor que el de la grasa.
     La unidad básica son los monosacáridos (o azúcares simples), de los que glucosa, frucctosa y galactosa son nutricionalmente los más importantes. Entre los disacáridos -formados por dos monosacáridos- destacan sacarosa (glucosa + fructosa), lactosa (el azúcar de la leche: glucosa + galactosa) y maltosa ( glucosa + glucosa).
     Los polisacáridos o hidratos de carbono complejos son moléculas largas compuestas por un número variable de unidades de glucosa unidas entre sí.
     Además de su papel energético, son fundamentales en el metabolismo de los centros nerviosos, pues la glucosa proporciona casi toda la energía que utiliza el cerebro diariamente. También confieren sabor y textura a los alimentos y de esta manera contribuyen al placer de comer.


     Se recomienda una cantidad de energía procedente de los hidratos de carbono alrededor del 50-60% de la energía total suministrada por la dieta.
Energía

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